Cuando se oyen las palabras crimen organizado, lo primero que viene a la mente es probablemente la mafia italiana y sus cinco grandes familias criminales de Nueva York. Sin embargo una de las olas criminales que se encuentra en crecimiento desde décadas son las células euroasiáticas; tanto en Europa como en diversos estados de Estados Unidos. La influencia del crimen organizado euroasiático es tal que a día de hoy Occidente se ha convertido en su patio de juegos, y los hombres tintados con estrellas se divierten en él. El FBI los engloba como fenómenos de la delincuencia organizada y según sus informes la mayoría de los miembros de los grupos de delincuencia organizada euroasiática proceden de los territorios de la antigua Unión Soviética, en particular de Rusia, Ucrania y, en menor medida, de los países bálticos, principalmente Lituania y Letonia.
La conformación del crimen euroasiático en Estados Unidos fue clara, y sus razones no son más que la caída del comunismo la cual generó un terreno fértil para el rápido surgimiento de grupos despiadados y sofisticados, conformados por personas de procedencia de sus antiguos territorios, con variedad de creencias, religiones, valores, y costumbres, sin embargo con algo en común. La búsqueda de una nueva vida.
Correspondiendo a esto, grandes olas de inmigración euroasiática azotaron las puertas de los Estados Unidos, tanto la costa este como la oeste. Esto sería el trágico surgimiento del crimen organizado euroasiático-americano, el cual iría evolucionando a pasos agigantados, debido probablemente a su despiadada manera de actuar respaldada por un código extremadamente antiguo, el Vor V Zakone, viéndose por ejemplo su cooperación actual con cárteles colombianos en Miami, o su relación con LCN en cuanto al juego, prostitución, y fraude sobre impuestos y gasolina.